¿De qué te extrañas, fuego, si ya me conoces?

viernes, enero 28, 2005

Freeworld

Tu lápiz labial se hartó de ti,
de tu acelerada vanidad, de tu ser nulo.
Echó espumarajos en rojo Charmant,
lanzó fieras espinas hasta consumirse,
rayoneó improperios que nunca adivinaste
en el interior negro de tu bolsa de fiesta.
"¡Carajo, cómo lo fui a meter destapado!"
chillan como infiernos tus peores labios.

domingo, enero 16, 2005

Decir que tal o cual cosa es creíble,
echar dados confiado en que algún número aparecerá,
darte de comer sin contar antes mis dedos...
yo confiaba en esas cosas
como si ellas me arroparan bajo el trueno.
Pero hace un año me descubrí descacharrado,
como parido por tonos de gris,
y ya sólo me queda bajo los ojos una dentadura cruel;
me queda una tos que me observa con sus nervios pelados,
que me caza con la peor de las pieles de los gatos;
me quedan signos que no usé atravesados en el cogote.
Me quedan reflejos donde son negros los blancos.

Digo que ahora cada quién teje arañas en su nido,
que no me lames para curar, sino para alimentarte;
que mil libros entonatorios no bastan para convertir hienas en coro.
Éstos son ahora los huesos de mis pensamientos,
las cenizas de flores que te dejo en la mesa,
la mesa ennegrecida de una casa que es sólo ya incendio venido a menos.
No dejo mucho más pues llegué ya a mi propio cero.
¿Un canto negro? Quizás te sirva como animal guardián.
No se hable más. Celebre cada quien su fiesta.

¿Ves? No te solté, como lo prometí.
¿Con qué mano tomé por ti el gatillo de mi muerte? ¿Con los sueños de quién de los dos le canté para que durmieras la noche de hoy? Dame la mano. Deja que nos encuentren en esta cama de hospital, con la risa de un serio extendida sobre nuestras caras blancas, despellejados, uno en la mano del otro. Ojalá sepan darnos los nombres que nunca nos conocimos, ojalá nos presenten mutuamente y nos permitan al fin darnos el abrazo de hermanos de sangre, nacidos limpios el día de hoy.