¿Ves? No te solté, como lo prometí.
¿Con qué mano tomé por ti el gatillo de mi muerte? ¿Con los sueños de quién de los dos le canté para que durmieras la noche de hoy? Dame la mano. Deja que nos encuentren en esta cama de hospital, con la risa de un serio extendida sobre nuestras caras blancas, despellejados, uno en la mano del otro. Ojalá sepan darnos los nombres que nunca nos conocimos, ojalá nos presenten mutuamente y nos permitan al fin darnos el abrazo de hermanos de sangre, nacidos limpios el día de hoy.
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