¿De qué te extrañas, fuego, si ya me conoces?

martes, julio 12, 2005

Ella rescataría mis altas luces, así como las sombras que se pierden en el negro que me amarra. Daría la hostia a los peces enlutados de mi conciencia, si tan sólo encontrase una herida que manara, una pequeña mirilla por la cual abrirse paso. Ella se haría de una hoja que obligara a la piel.

Mi becerro ya se había entregado desde antes en sacrificio. No quedó nada escanciable cuando llegó la hora de derramarlo ante tu estatura. Ahora balo y mi silencio es una señal.