¿De qué te extrañas, fuego, si ya me conoces?

martes, julio 27, 2004

Comenzó a atraerla hacia sí con unos dulces y mi abuela, como una niña, no dudó en ir por ellos. Ella comenzó a ausentarse de la casa. Yo salía por las tardes a llamarla a gritos. Las primeras veces regresaba, pero sus ausencias cada vez se fueron prolongando más. No sé qué promesas le habrá hecho, porque un mal día entendí que no la volvería a ver de nuevo. El hospital la convenció y cuando la tuvo a su alcance se la tragó.