ESQUINA BAJAN
Ella me seguía pegando
- y el problema aquí era la incomunicación; el lenguaje tan distinto para los ellos y para las ellas -.
"¡Ei!" soñé que le decía "¡Ya párale!"
Pero esta chaparrita seguía pegando a raíz de mi no hablar nunca, a raíz de mi sólo abrir chicos ojotes y señalar con dedos crispados el letrero serigrafiado que en mi playera ya empezaba a chisporrotear como un neón moribundo:
">god.mode.off"
Pero ella me seguía pegando.
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