Con determinación y el empuje de un juggernaut, Nacho Borrego abrió a los sesentaitrés años un negocio propio. Al barecito invitó formalmente a aquéllos muchos que durante su vida se convirtieron en sus enemigos. A sus compadres y comadres les mandó cajas destempladas, ignorándolos. ¿La razón? En palabras de Nacho Borrego: "mis amigos ya son dueños de sus propios venenos. a mis enemigos, a ésos... mejor los enveneno yo".
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