Gunnhill Sundli
Tu boca se abrió blanca.
Tu voz abrió sus rejas.
Tus críos lucífugos huyeron
ondeando alaridos,
dejando a su paso
huesos de estrellas
orín y humo.
En ese tropel
un hombre mata a cien,
una mujer es hechizada águila,
un héroe jamás regresa,
otro hombre perdonará siempre,
uno más se abrirá a traicionarlo.
Hirviendo un niño a caballo
caerá tres veces
hendido por espadas.
Una serpiente hermosa
descuidará su guardia
y será leyenda.
Negrísimos los demás,
hijos todos tuyos,
ulularán en la noche.
Sin saber de quién,
arrearán contra una puerta
que en estos tres minutos decisivos
será la mía.
Ya cerca de mí estas sombras que proyectas, cerraré los ojos. Una rodilla sobre el piso de piedra helada. Mi mano temblará.
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