¿De qué te extrañas, fuego, si ya me conoces?

martes, mayo 30, 2006

Vladimir Visotsky

La voz es de madera
y sus astillas saltadas bastan
para dar sentido al vecindario.
La voz arrea al incendio;
lo obliga a agacharse
con el culo para arriba.
La voz es el sudor que pega juntas
dos, cinco manos que no se pertenecen.
Es la barranca en el cuello
puños revueltos en la lluvia
bombardero que resopla
coz de la calavera
a quien nadie allá arriba
halla cómo jodidos silenciar.