¿De qué te extrañas, fuego, si ya me conoces?

viernes, mayo 19, 2006

¿A qué saben tus noches?, me preguntó.

Los arquitectos no me dejan dormir.
Llegan en desorden,
arrancándose mutuamente las palabras;
que si hay que fortificar las estructuras
para cuando vengan las aguas,
que si el puente fulanito
tuvo un error de diseño y por eso
murieron veinte en enero,
que si me intereso
por hacerme una casita de verano.

Pero los artistas
me lleva la madre con los artistas
a esos no los entiendo.
Gritan y hacen bulla,
se empeñan en que haga caso
a sus obras; sus sobras, acaso:
imágenes inconexas que muestran
a sus muy personales dioses
o criaturas, no sé:
mujeres, delirios, historias,
chismes que en nada me interesan.

Carajo, ¿qué no ven que sabine
duerme ya a mi lado, que escucho ya
el tamborcito de sangre en mi sien
harta y reclamándome sobre la almohada?
Pero no, de buena onda ai estoy,
atendiendo sus demandas a regañadientes,
tratando de atender a cada uno.
Qué ganas de decir
"Señor Burns, suelte a los perros".
Pero no, no soy tan claridoso
y los despido finalmente,
reparto los abrigos y -pa peor-
les digo que vuelvan pronto
(esa falsa amabilidad latinoamericana)
y regreso a mi oscuridad mentando sombras
a la una y media de la mañana
como cada noche de esta semana.