¿De qué te extrañas, fuego, si ya me conoces?

sábado, septiembre 18, 2004

No contamos con mucho espacio. Es por eso que dar siete pasos hacia el aire del balcón se convierte en una distancia que la necesidad vuelve tan larga. Huir. Para eso también es el balcón, para huir del silencio que hace presencia entre los dos. Quién tuviera una residencia tan grande para huir a un jardín secreto, a un cuarto apenas visitado. Yo tengo este balcón, el baño y nada más. Cualquier otra dirección lleva a espacios que le pertenecen a otros. Es difícil huir dentro de una caja de galletas.